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Dios los bendiga. Es el deseo de "Conexión Adventista"

25 oct 2011

Cómo conocer la voluntad de Dios para mi vida

Por: Humberto M. Rasi

Nuestra vida consiste en una serie de decisiones. Aunque algunas son de poca importancia, otras tienen gran significado y traen consecuencias de largo alcance. En cierto momento, cada uno de nosotros define su postura con respecto a tres asuntos fundamentales. Primero, decidimos el papel que Dios y la religión tendrán en nuestra vida. Segundo, escogemos la carrera o profesión con que nos ganaremos el sustento diario. Tercero, resolvemos si nos casaremos o no y quién será la persona con quien formaremos un hogar.

A medida que avanzamos en la vida, seguimos haciendo decisiones. ¿Dónde estudiaremos y qué título obtendremos? Al completar los estudios, ¿buscaremos empleo o trabajaremos de manera independiente? ¿En qué localidad nos radicaremos? ¿De qué manera emplearemos nuestras ganancias? Si nos casamos, ¿tendremos hijos o no? ¿Y cuántos?

A través de los siglos, los seres humanos han utilizado diversos métodos para tomar decisiones. Algunos buscan el consejo de amigos de experiencia o consejeros de confianza. Otros abren la Biblia al azar para encontrar un pasaje orientador o consultan a adivinos.

Como cristianos, queremos hacer la voluntad de Dios cada vez que nos encontramos frente a decisiones significativas. Cuando hablamos con el Señor en oración, a menudo repetimos las palabras del Padrenuestro, que incluye esta petición: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). ¿Qué nos enseña la Biblia acerca de la voluntad de Dios?

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Escuela Sabatica. Leccion 5 Cuarto Trimestre 2011, "La Fe en el Antiguo Testamento"

Para el 29 de Octubre de 2011

“La Fe en el Antiguo Testamento”:


Sábado 22 de Octubre

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Gálatas 3:1-14; Romanos 1:2; 4:3; Génesis 15:6; 12:1-3; Levítico 17:11; 2 Corintios 5:21.

PARA MEMORIZAR:

Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas 3:13).

UN NIÑITO HIZO UN BOTECITO, lo pintó y lo arregló. Un día, alguien le robó el bote, y él quedó angustiado. A las pocas semanas, el niño pasó frente a una casa de empeño y vio su bote. Contento, entró al negocio y le dijo al dueño: “Este es mi botecito”. “No”, dijo el dueño, “es mío, porque lo compré”. “Sí”, dijo el niño, “pero es mío porque yo lo fabriqué”. “Bueno”, dijo el dueño, “si me pagas dos dólares, puedes tenerlo”. Eso era mucho dinero para el niño, que no tenía un centavo. Pero decidió que los tendría; así que, trabajó cortando el césped y haciendo tareas diversas, y pronto tuvo su dinero.

Entonces, corrió al negocio y dijo: “Quiero mi bote”. Entregó el dinero, y recibió su bote. Lo tomó en sus brazos, diciendo: “Mi botecito, te amo. Eres mío. Eres dos veces mío. Te hice, y ahora te compré”

Así sucede con nosotros. En un sentido, somos dos veces de Dios. Él nos creó, pero entramos en la casa de empeño del diablo. Entonces, vino Jesús y nos compró a un costo terrible, no de dinero, sino de su preciosa sangre. Somos de Dios por creación y por redención. (Adaptado de William M. Tidwell, Pointed Illustrations, p. 97).

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