En esta Semana Santa reflexionaremos en el sufrimiento vicario de Cristo. La octava estación marca el momento central de la senda de sangre que recorrió Nuestro Señor para redimir a la humanidad. Para redimirlo a usted y a mí.
En 1968, un grupo de arqueólogos halló en Giv`at Ha-Mitvar, al noroeste de Jerusalén, la tumba de un hombre llamado Juan hijo de Haggol, que fue crucificado. Las marcas de violencia eran patentes en sus talones, atravesados por un clavo de 18 centímetros, en sus muñecas taladradas, y en sus tibias y peronés intencionadamente rotos a la altura del tercio inferior, y el radio derecho, que presenta una fisura por clavo.
Reconstruida por los técnicos, la posición de Juan en la cruz sería ésta: las piernas colocadas una sobre otra ligeramente flexionadas. Los pies, juntos por los talones, son atravesados por un solo clavo (lo que confirmaría la tradición de los tres clavos en la cruz, y no cuatro como suponen algunos autores). La caja torácica levemente contorneada y los brazos fijados al palo horizontal (stipes) mediante dos clavos que atraviesan los antebrazos.
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El autor del Libro "Una senda de sangre" tambien es el Pastor de la Iglesia Adventista Hispana de la Ciudad de Ogden del estado de Utah - EUA.
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