La doctora Val Shean, una veterinaria cristiana que puso su clínica en Uganda, África, ha logrado abrir puertas para el evangelio por cuidar el ganado de la tribu de los Karamajong. Pero no solo para el evangelio, sino para la reconciliación entre facciones dentro de esta tribu que ha tenido un largo historial de conflictos.
Poco después de poner su clínica, un miembro del personal desfalcó miles de dólares de la cuenta de la clínica. Este hombre supuso que sería despedido, pero tal no fue el caso. La Dra. Shean pensó así: “Vine a África para compartir el amor de Cristo, no para proteger una cuenta bancaria.” Así fue cómo la médica enfrentó a este hombre, que confesó la malversación de fondos. ¿La respuesta de ella? “Te perdono. Ahora bien, vamos a hacer un plan para que devuelvas el dinero en pagos mensuales y… ¡volvamos ya a trabajar!” El perdón de esta cristiana impactó tanto a este señor, que le abrió el corazón al evangelio y se entregó a Cristo. Diez años después, este señor sigue siendo uno de los miembros más fieles del equipo de la doctora Shean.*
No hay duda alguna de que el perdón tiene un poder transformador para la vida humana. La filósofa Hannah Arendt señala que si no fuera por el perdón, los seres humanos seríamos condenados a cargar la acumulación de ofensas de toda una vida… ¡hasta la tumba! Mirado exclusivamente desde una perspectiva humana, la filósofa tiene toda la razón. ¡Qué destino más espantoso!
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