Sábado 06 de Agosto del 2011
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmos 20:3; 49; 54:6; 73; 78:1-8: 90:1, 2; 100:1-5; 141:2.
PARA MEMORIZAR:
“¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aún ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Salmo 84:1, 2).
LA PALABRA HEBREA TRADUCIDA como “salmos” viene de una raíz que significa “cantar con acompañamiento instrumental”. Los Salmos fueron cantos que eran parte inseparable de la adoración en Israel. Aunque tenemos la letra (los Salmos mismos), no tenemos la música. Cuán hermoso sería oír esos cantos entonados con la música que los acompañó originalmente.
Los Salmos mismos son ricos y profundos, cubren una variedad de temas y emociones, y tratan sobre todo: desde la historia de Israel hasta el dolor más íntimo y personal del autor. En ese sentido, nos hablan, porque, aunque como iglesia somos parte de la larga historia que viene desde Israel, también somos personas con nuestros propios dolores privados. Sin duda, todos podríamos identificarnos en un momento u otro con algunas de las agonías expresadas en los Salmos. Al mismo tiempo, es vital que captemos la esperanza expresada en ellos.
Esta semana consideraremos los Salmos y algunos de los temas que encontramos en ellos, y su relación con el asunto de la adoración y lo que significa para nosotros hoy
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