A medida que el mundo se desliza hacia la depresión económica, las personas se preguntan si esto ya fue profetizado por la Biblia. El autor examina la evidencia.
Al principio, pocos prestaron atención cuando un par de bancos inversionistas de Wall Street se fueron a pique. La mayoría de las personas se encogieron de hombros, tal vez incluso algunos sintieron un poco de alegría. ¡Así que unos pocos ricachones tendrán que sacar a sus hijos de esos centros preescolares de Manhattan que cobran 10.000 dólares por mes!
Pero luego hemos escuchado más. Grandes nombres que han sido parte del panorama financiero de los Estados Unidos durante más tiempo del que podemos recordar —Bear Stearns, Merrill Lynch, Lehman Brothers, Fannie Mae, Freddie Mac, Citigroup, Wachovia y otros—, sufrían graves hemorragias, conectados a una máquina que los mantenía vivos, en el mejor de los casos. Sin embargo, la mayoría de los estadounidenses no se preocuparon, porque trabajan en Main Street, no en Wall Street; es decir, no pertenecen al mundo financiero, son gente común, “de la calle”.
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