Los sentimientos no son una buena medida de la vida espiritual, pero la Palabra de Dios sí lo es.
Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe”. Al leer esto, algunas almas concienzudas comienzan a criticar inmediatamente sus sentimientos y emociones. Pero no es esta una autoevaluación correcta. No hemos de examinar los irrisorios sentimientos y emociones. La vida y el carácter solo han de ser medidos por la única norma del carácter: la santa ley de Dios.
El fruto da testimonio del árbol. Nuestras obras, no nuestros sentimientos, dan testimonio de nosotros. Los sentimientos, sean alentadores o desalentadores, no deberían constituir la prueba de la condición espiritual. Por la Palabra de Dios hemos de determinar nuestro verdadero estado ante él. Muchos se sienten desconcertados en este punto. Cuando están felices y gozosos, piensan que son aceptados por Dios. Cuando en cambio se sienten deprimidos, piensan que Dios los ha abandonado.
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El fruto da testimonio del árbol. Nuestras obras, no nuestros sentimientos, dan testimonio de nosotros.
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