THE ECONOMIST
La pista de aterrizaje en Lokichoggio, en las calcinadas tierras al norte de Kenya (África) fue en otros tiempos el punto central de arribo de la ayuda alimentaria. Durante la guerra civil en Sudán, los vuelos desde ese lugar mantuvieron con vida a millones de personas.
En los galpones hay mayor tranquilidad ahora, aunque las ONG mantienen un pie allí, para el caso de que la guerra se reanude y para abordar lo que los comentaristas llaman la "emergencia permanente" de la migración "inducida por el ambiente".
Un caso a considerar es el de la población turkana de Kenya. Su número creció en las últimas décadas y se duplicará antes de 2040. Sin embargo, a medida que la zona se hace cada vez más caliente y seca, tiene menos agua, pasturas y madera. El ciclo de sequía en el norte de Kenya pasó de ocurrir una vez cada ocho años a una frecuencia de tres años o menos. Eso significa que los turkana y sus animales de cría no tienen tiempo de recuperación. El resultado es un creciente traslado con desesperación de un lugar seco a otro.
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