Reflexiones para solitarios eventuales y crónicos.
¿Quién es esta joven que se esconde junto al pozo? El texto la llama “Agar”, un extraño nombre cargado de misterio. Porque no es egipcio, como ella, ni hebreo como sus amos, sino árabe.
Y su etimología incierta podría designar tanto un lugar solitario, una montaña (Gál. 4: 25), como un simple apodo: “la extranjera”, “la forastera”, o la “fugitiva”. ¿Qué hace Agar al borde del pozo sola y encinta, en pleno desierto? Llorar de miedo y de rabia.
Agar es una pobre esclava egipcia evadida del clan de un rico beduino iraquí, perdida a la deriva en un mundo cruel. Agar ha cometido errores. Ha ofendido a su dueña faltándole al respeto en público. Pero ella también se ha sentido usada y abusada por sus dueños, el rico Abrahán y su esposa, esa hermosa dama a la que todos se dirigen sin nombrarla con el tratamiento de Sarai, “Mi princesa”… Abrahán no tendría que haber consentido que Sarai maltratase a su criada.
Agar había sido contratada como madre de alquiler… La primera en la historia de la que sepamos el nombre. Pero ahora se arrepentía de ello y no estaba dispuesta a cumplir su contrato. Por eso huye, en medio de la noche, dolida por el resentimiento, espantada por el miedo y cegada por sus lágrimas.
Y su etimología incierta podría designar tanto un lugar solitario, una montaña (Gál. 4: 25), como un simple apodo: “la extranjera”, “la forastera”, o la “fugitiva”. ¿Qué hace Agar al borde del pozo sola y encinta, en pleno desierto? Llorar de miedo y de rabia.
Agar es una pobre esclava egipcia evadida del clan de un rico beduino iraquí, perdida a la deriva en un mundo cruel. Agar ha cometido errores. Ha ofendido a su dueña faltándole al respeto en público. Pero ella también se ha sentido usada y abusada por sus dueños, el rico Abrahán y su esposa, esa hermosa dama a la que todos se dirigen sin nombrarla con el tratamiento de Sarai, “Mi princesa”… Abrahán no tendría que haber consentido que Sarai maltratase a su criada.
Agar había sido contratada como madre de alquiler… La primera en la historia de la que sepamos el nombre. Pero ahora se arrepentía de ello y no estaba dispuesta a cumplir su contrato. Por eso huye, en medio de la noche, dolida por el resentimiento, espantada por el miedo y cegada por sus lágrimas.
Continua en Reflexiones de "Conexión Adventista"
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