Como cirujano, mi tarea es curar a las personas.
Aun así, después de dedicar la mayor parte de mi vida a los estudios y a la exigente servidumbre de la residencia quirúrgica, estas manos supuestamente talentosas pueden lograr poco. No pueden sanar el espíritu ni el alma. De hecho, tampoco pueden sanar el cuerpo
Aun así, después de dedicar la mayor parte de mi vida a los estudios y a la exigente servidumbre de la residencia quirúrgica, estas manos supuestamente talentosas pueden lograr poco. No pueden sanar el espíritu ni el alma. De hecho, tampoco pueden sanar el cuerpo
Lo que aprendí de la salvación en mi labor de cirujano
No hay justo, ni aun uno
Es verdad que puedo cortar y coser con destreza, pero la curación depende de que el cuerpo actúe, incorporando material protésico o produciendo una respuesta inmune después de la extirpación de un apéndice gangrenoso, una vesícula inflamada o un tumor canceroso. Estas intervenciones requieren lo que yo llamo gracia biológica, la asombrosa capacidad dada por Dios al cuerpo de regenerarse y recuperarse.
No hay justo, ni aun uno
El dicho: «Médico, cúrate a ti mismo» (véase Luc. 4:23) expone una falta fundamental que parece común a todos los médicos. Trabajamos para curar a otros mientras nosotros mismos estamos quebrantados. Esto afecta el cuerpo, ya que somos pobres mayordomos de nuestro propio templo y nuestra expectativa de vida es menor a la del paciente promedio.
También puede revelarse en un espíritu de infelicidad, en emociones descontroladas y profundos fracasos en las relaciones humanas. Pero por cierto, por sobre todo se aplica al alma y a nuestra relación con Dios. Necesitamos un Sanador, y cuanto más nos alejamos, más quebrantados terminamos.
Continua en Reflexión de "Conexión Adventista"
También puede revelarse en un espíritu de infelicidad, en emociones descontroladas y profundos fracasos en las relaciones humanas. Pero por cierto, por sobre todo se aplica al alma y a nuestra relación con Dios. Necesitamos un Sanador, y cuanto más nos alejamos, más quebrantados terminamos.
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