Sábado 18 de Junio del 2011
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Gálatas 3:216-29; Romanos 6:1-6; Colosenses 3:1-10; Efesios 4:22-24; 1 Corintios 15:49-55; 2 Corintios 5:1-4
PARA MEMORIZAR:
“Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:14).
¿HAS VISTO CÓMO, CUANDO cae un huevo al suelo se rompe en muchos pedazos? Pero, una cosa nunca viste: ¡tomar los pedazos, dejarlos caer y que se vuelva a formar el huevo entero! En la realidad, esto no ocurre.
Una ley fundamental de nuestro mundo natural, este mundo caído, es que los objetos tienen la tendencia a destruirse, a desordenarse. Las cosas por sí solas ¿qué hacen? ¿Aumentan su energía, su orden y su estructura o disminuyen, decaen y se desordenan? La respuesta es obvia. Vemos esto a todo nuestro alrededor, y aun en nosotros mismos (p. ej., nuestros cuerpos envejecen).
Para explicar este fenómeno, se necesita mucha ciencia compleja, pero no se necesita mucho conocimiento para verlo. Para citar un texto de una lección anterior: “Y la tierra se envejecerá como ropa de vestir” (Isa. 51:6).
No obstante, en medio de todo esto, tenemos el evangelio, el plan de salvación que, en su esencia, se relaciona con la restauración, con tomar lo viejo, lo quebrado, lo decadente, y hacerlo nuevo.
Esta semana veremos algunas imágenes especiales de vestiduras de la Biblia que revelan estas promesas de renovación y restauración.
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