Allá lejos y hace mucho tiempo existían las familias ampliadas, integradas por los parientes que se reunían y festejaban no solo la Navidad sino que tenían cada semana encuentros llenos de algarabía.
Con el paso del tiempo, los matrimonios con sus hijos impusieron la modalidad “nuclear”, tipo “cápsula”, abandonando aquellas hermosas jornadas de la parentela y ocupándose cada cual de su núcleo familiar. Hoy, ya no hay tiempo para reunirse más que en el Día de Acción de Gracias o en Navidad.
Vivimos tiempos de cambios profundos en las relaciones familiares: Está desapareciendo la figura del abuelo o la abuela, que antes vivían en casa y constituían el centro de la reunión de los domingos de toda la familia; ahora hay que ir a verlos al geriátrico. Las nuevas figuras del escenario familiar actual son, entre otras: el “tercero”, el “novio” de mamá o la “novia” de papá; el novio esposo o la novia esposa del hijo adolescente que muchas veces se queda a dormir en el mismo dormitorio; la figura del padre ausente o del “esposo de fin de semana”, que se alimenta del nuevo sistema de amor negociado, es decir, la relación de pareja como algo “negociable” y de conveniencia.
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