"El manto de Elías y Eliseo"
Sábado 30 de Abril del 2011
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 1 Reyes 19:1-19; 2 Samuel 10:3, 4; Ezequiel 16:15, 16; 1 Reyes 21:21-29; 2 Reyes 2:1-18.
PARA MEMORIZAR:
“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte” (2 Corintios 7:10)
POCOS PERSONAJES BÍBLICOS han tenido una vida más pintoresca que el profeta Elías: una historia de fe, de pruebas, y del abrumador poder de Dios en este mundo.
Hoy, en el judaísmo, todavía es un gran personaje. De hecho, en la tradición judía, él ha sido glorificado tal vez más que cualquier otro personaje bíblico.
Cada Pascua, por ejemplo, los judíos practicantes llenan una taza especial con vino y la ponen sobre la mesa pascual. Durante la fiesta misma, se abre la puerta de la casa, y todos se ponen de pie para permitir, simbólicamente, que Elías el profeta entre y beba. En ocasión de una circuncisión, una silla, “la silla de Elías”, es puesta aparte como parte de la ceremonia. También, al terminar el sábado, los judíos cantan acerca de Elías, esperando que venga “rápidamente... junto con el Mesías, el hijo de David, para redimirnos”.
Un ejemplo de su importancia en el pensamiento judío se encuentra en el Evangelio, cuando Pedro dice que algunos pensaban que Jesús mismo era Elías (Mateo 16:14).
Ahora consideraremos a Elías y el manto que usaba, y veremos qué lecciones espirituales podemos obtener de ellos.
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